sábado, 18 de octubre de 2014

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Vos allá, yo acá. Yo allá y vos acá.
Dos sin sus cabezas, que se van porque pueden. Porque creen poder acercar y fundir dos cuerpos.
Esta distancia irreductible, que me burla como a un niño que intenta vaciar de agua un pozo en la playa.
Una condición de deseante en espera, de jinete sin espuelas.
Vos, yo y girando entre los dos el encanto. Dibujando ochos en el aire impalpable, incontenible. Separando, enlazando en el mismo movimiento.
Y me queda para apaciguar mientras tanto puntas de ovillos. Que busco como al tacto, con los ojos empañados. Fragmentos que los soplo y brillan repentinos sin necesidad de lustrar.
Giro el bolillero y cae una tarde nuestra de cuando éramos otras personas. Lo recorro en su circunferencia y le encuentro nuevas puertas de espacios que había olvidado. Coincidencias que me explican mejor porque hoy espero.