martes, 10 de junio de 2008

El tango es para viejos.


El tango es para viejos. Si querés agarras una madeja de preconceptos los hilvanas todos y te haces una frazada que te tape con prejuicios. Y ahí el paraguas no queda bien y estar abrigado es antiestético. Te deforma el cuerpo. Yo debajo de la ropa al cuerpo lo siento igual…va en realidad lo siento mas calentito. Que moderno es estar serio. Si le decís buen día al colectivero te pregunta: “¿Qué!?”. Como si le hubieses preguntado si llegaba a la luna. El problema, es que en realidad no esperaba que le digas “buen día” sino algo molesto como si llega hasta el barrio de Liniers cuando bien dice el cartel “por autopista”. Buenos aires se ve distinto si vas escuchando tango. Será que a Buenos Aires le sienta bien la nostalgia y prefiere ser “para viejos”. El tango ya no suena como antes. Escucho jóvenes del nuevo milenio intentando hacer que su garganta se llene de arena, pero se siente el plástico de lo moderno. El problema es que hubo gente que creía que el tango era música. El tango eran gritos de una forma de vida. No eran tangueros porque cantaban tango, sino que cantaban tango porque eran guapos, mujeriegos, enamorados, perdidos y encontrados en lo que dura una canción.

Un tanguero no se ahogaba en un vaso de vino. Un tanguero lo surcaba a nado de bote a bote todo el vaso y el pingüino y si se ponía jodido no había tiro solo golpes y a los sumo un poco e’ filo. Los tangos de ahora, son solo la nostalgia de la nostalgia. Son como el dedo chiquito del pie que aunque lo quieras mover…

Pero el dedo chiquito te recuerda de donde venís. Como eran los que te precedieron. Trepados a ramas…buscando en la primavera de los naranjos una flor.