viernes, 17 de octubre de 2008

Lo mas que puedo



Nada de lo eterno puedo ofrecer, porque no se cuanto tiempo voy a quedarme. Aprendí con el tiempo que todo lo que agarre fuerte se voló. Ni aun con las dos manos pude retener lo que por elección quiso irse. De las cosas a las que el destino dio otra dirección y yo más quería, solo me han quedado momentos asociados a emociones y emociones que revivo cuando por semejanza los recuerdo.

Me resigne a creer en lo que es para siempre. Lo único que es para siempre es la frustración si no se supera. La felicidad si se frustra la resignación.

Los hombres no nacimos para lo eterno. Vivimos en la misión de perdurar, algunos como un extenso árbol genealógico, otros como un libro, otros monumento. Pero si olvidamos que hay que vivir desafiando nuestra finitud en la historia, solo nos queda sentir.

Puedo darte intensidad. Fugaz, efímera, breve, estacional, de a ratitos, inconstante. Así es lo intenso. Empieza y termina. Si lo intenso perdura siempre pasa algo. Se deja de sentir, se produce acostumbramiento, aburre o simplemente se hace insostenible y deja de ser intenso. Por eso lo intenso es como nosotros: finito.

Pero también…en el afán de vivir intensamente subimos y bajamos en emociones tratando de alcanzar una cima que siempre termina en bajada. Cuando en la vida uno se cansa abandona la intensidad, y le resulta intenso vivir en paz.

domingo, 10 de agosto de 2008

Amor propio


Cuando hay olimpiadas se siente cierta energía. Pensando que en alguna parte durante un periodo se están invirtiendo energías en cantidades industriales. Que mientras dormimos hay años de entrenamiento puestos en acción. Veinticuatro horas al día de desgaste físico. Vividas con tanto entusiasmo que hasta la televisión transmite el esfuerzo de los atletas. Casi hasta escuchamos la voz de sus músculos pidiéndoles a gritos que se detengan y la voz de su conciencia acallando esos pedidos, motivándose por variadas razones. Gloria, competencia, reconocimiento, ponerse a prueba o quizás la clásica necesidad humana de trascender. De creer en esa vida después de la muerte que es el recuerdo. Sin dejar de lado nuestra inherente esencia bivalente que guarda su costado material plasmado en medalla y el espíritu inmortal forjado en batalla.

martes, 10 de junio de 2008

El tango es para viejos.


El tango es para viejos. Si querés agarras una madeja de preconceptos los hilvanas todos y te haces una frazada que te tape con prejuicios. Y ahí el paraguas no queda bien y estar abrigado es antiestético. Te deforma el cuerpo. Yo debajo de la ropa al cuerpo lo siento igual…va en realidad lo siento mas calentito. Que moderno es estar serio. Si le decís buen día al colectivero te pregunta: “¿Qué!?”. Como si le hubieses preguntado si llegaba a la luna. El problema, es que en realidad no esperaba que le digas “buen día” sino algo molesto como si llega hasta el barrio de Liniers cuando bien dice el cartel “por autopista”. Buenos aires se ve distinto si vas escuchando tango. Será que a Buenos Aires le sienta bien la nostalgia y prefiere ser “para viejos”. El tango ya no suena como antes. Escucho jóvenes del nuevo milenio intentando hacer que su garganta se llene de arena, pero se siente el plástico de lo moderno. El problema es que hubo gente que creía que el tango era música. El tango eran gritos de una forma de vida. No eran tangueros porque cantaban tango, sino que cantaban tango porque eran guapos, mujeriegos, enamorados, perdidos y encontrados en lo que dura una canción.

Un tanguero no se ahogaba en un vaso de vino. Un tanguero lo surcaba a nado de bote a bote todo el vaso y el pingüino y si se ponía jodido no había tiro solo golpes y a los sumo un poco e’ filo. Los tangos de ahora, son solo la nostalgia de la nostalgia. Son como el dedo chiquito del pie que aunque lo quieras mover…

Pero el dedo chiquito te recuerda de donde venís. Como eran los que te precedieron. Trepados a ramas…buscando en la primavera de los naranjos una flor.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Obscuridad


Techos infinitos, almohadas de insomnio. Me marchito estremecido ante la brutalidad. Siento mas fuerte la gravedad, angustia que absorbe mi energia y me digiere en su rodar vagabundo.


Lejos de su sol, la semilla no florece. Lejos de su sol la semilla no crece.


Acuerdo con el tiempo que pase lento. Pacto con mi sombra un halo de dejadez. Hablo con mis dudas sobre mi. No voy a dejar que me envuelvan otra vez.

lunes, 11 de febrero de 2008

Curame


Cuando me duele la panza me apoyo las manos encima, como indicando donde quiero que el dolor se atenué. Si me acuerdo de algo que me olvidé, también me llevo las manos a la cabeza, como retando a mi memoria y cerrando los ojos como avergonzados de lo ocurrido. Si quiero que te mejores te apoyo la mano en la espalda, porque creo que con las palmadas se sacude tu dolor, como una alfombra colgada de un árbol que la golpeamos para que se limpie, para que suelte el polvo que la opaca. Si mi boca se excede mis manos la tapan como impidiendo que su capacidad ofensiva se propague. Si no me animo a decir algo, mis manos se encargan de decirlo mejor. Porque escribiendo uno se puede retractar. Los tiempos de las manos son otros. Guardan las cicatrices del pliegue de cuando las cerramos. Como siendo testigos que desde que nacemos queremos aferrarnos y cerramos fuerte el puño cada vez que agarramos algo, tan fuerte que esas marcas quedan impresas en nuestras palmas. Las manos curan y sino aminoran con caricias lo que no tiene solución.
PiCCoLo.