viernes, 9 de julio de 2010

El detalle a la luz


Mientras me pegaba el sol de costado, que entraba filoso, denote miles de partículas en el aire. Y mientras las observaba contornearse y desaparecer al salir del haz de luz, sentía lo que ese calor me infringía.
Primero el olor a ropa recién planchada, que luego de varios minutos era más bien el del pollo después de cocinarse.
Pongo agua a hervir, que luego va a inundar un montículo de café, contenido en un conito de tela.
Cuanto polvo respiramos! Como realza los detalles la luz del día, y si miramos muy de cerca a alguien…cuantos poros se ven!
Como que se pierde la imagen real. Porque aunque creamos que mirando más de cerca uno conoce mejor las cosas…no siempre es cierto. Mi piel no es un montón de poros.
Empiezo a entender eso de fantasear a media luz.
La gente no es un montón de defectos, ni un montón de virtudes. Tampoco es una nariz grande o un hermoso par de ojos. Es un todo.
Que se mira entero, que lo mueven ciertos modos y lo frenan ciertos modales. Y para ver ese todo, hay que estar a cierta distancia. Como el árbol que tapa el bosque o el poro que tapa todo.
Empiezo a entender eso del día perfecto bañado de luz.
Me reclama la pava que comienza a dar señales de hervor. La mañana tiene olor a comienzo pensé, justo cuando llamaron mi atención. No la llamaron con palabras, sino que vino otro olor y se la llevo.