sábado, 18 de julio de 2009

Desborde


Lloré. Lloré como hacia tiempo no lloraba. Pilas de angustia acumulada que sangraban a chorros. Mientras lloraba cerraba los ojos. Los cerraba para no verme en el espejo llorando. Inclusive esquivaba verme las manos, para no sentirme tan vulnerable, al descubrir que era yo el que lloraba.
Los hombres vivimos menos porque no lloramos. Masticamos dolor, lo mutamos a odio, a violencia, a autodestrucción.
Me concentre para evitar reprimir casi automáticamente el llanto. Hacia un esfuerzo por mantener abierta esa compuerta que dejaba fluir hacia afuera todo. Fluía tan fuerte que me interrumpía la respiración, asfixiado por el dolor añejado.
Mientras probaba las lágrimas que caían a mi boca, probaba que se sentía permitirse caer.