jueves, 19 de noviembre de 2009

Quien no buscaba


Hablar con alguien como vos, resalta el contraste con el resto. Pones en evidencia la cáscara que recubre a otras personas. Desmoronas su falsa seguridad.
Aquellas que antes eran inalcanzables ahora no son más que inapetecibles, ya no interesan.
No resaltes tu belleza! No hace falta! No les des el gusto de competir en el único juego en que se animan a participar.
Cada vez que sos vos, haces la diferencia.
Te queda bien la ropa, te queda bien la piel.
Junto razones para pararme frente a vos. Todas me ponen bajo la sumisión de la curiosidad de lo inexplicable.
Sostengo con esfuerzo en mi cabeza, el boceto que mi memoria hizo de tu rostro. Empalmes de fragmentos de una sola noche que me agarro de improvisto. Ni siquiera tenía puestos los olores que correspondían.
La libertad de tu risa me hace sospechar que bebiste algo, hasta que me doy cuenta que en el aire también esta la mía y no puedo negarme lo bebido.
Los dos reímos, compartimos un estado, nos inventamos un clima.
Rodeados de gente que se volvió inapetecible y la explicación de porque puede darte tanto un desconocido, que se vuelve inalcanzable.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

A un click de distancia


“Vivimos en la era de la comodidad”, pensó. El quería que se encuentren en alguna parte de la ciudad. Ella decía qué no había que programar ningún encuentro, que esperara a que “se de”. Que justo vayan al mismo lugar o que acudan por otras razones al mismo sitio donde se conocieron.
Lo que ella no sabía, era lo importante que era para él, el hecho de encontrarse. La acción que obligaba a ambos a desplazarse. A bañarse por el otro, elegir la ropa por el otro, esperar un colectivo, viajar parado, exponerse a la calle, a las miradas de los demás que te ven esperar. A el imaginario de “que estará esperando este muchacho?”. A la incertidumbre del primer contacto visual, a decirte acá esta mi cuerpo. Este que envuelve las palabras que te escribo en forma virtual, este del que no me puedo escapar. Este que no puede poner carita feliz con un botón, ni encubrirse en ángulos tramposos de fotografía. Este soy yo, y vine hasta acá para verte.
Claro, pero todo eso es un esfuerzo terrible comparado con “tipear” sentimientos. Cuantas flores te puedo mandar con un clic?. Seguramente menos de las que me animo a llevar por la calle a la vista de los demás.
Regalos, postales, todos ya dados a otros, como una fuente artificial de cariño para derrochar.
También pensó en sacar dos pasajes a África y mostrarle que todo seguía igual. Nada había cambiado después de tantas cadenas de mails. Esos mails que tan poco ayudan, pero que sirven para que algunos calmen su conciencia que les pide un poco de participación en la vida real.
Principalmente, el extrañaba enfrentar los silencios. Eso que parecía tan insoportable, que había que llenar y qué ahora ya no existía.
Ahora uno puede irse en cualquier momento de la conversación, sin decir adiós, sin mostrar la espalda, sin dejar al otro atrás. Encubierta la cobardía de no saber decir basta. Bastardeado lo importante de hacer esfuerzos por el otro.
Ella especuló en su larga lista lo conveniente de responderle, al no saber que hacer… no le dijo nada. Apago la computadora y conoció África mirando la televisión.

sábado, 18 de julio de 2009

Desborde


Lloré. Lloré como hacia tiempo no lloraba. Pilas de angustia acumulada que sangraban a chorros. Mientras lloraba cerraba los ojos. Los cerraba para no verme en el espejo llorando. Inclusive esquivaba verme las manos, para no sentirme tan vulnerable, al descubrir que era yo el que lloraba.
Los hombres vivimos menos porque no lloramos. Masticamos dolor, lo mutamos a odio, a violencia, a autodestrucción.
Me concentre para evitar reprimir casi automáticamente el llanto. Hacia un esfuerzo por mantener abierta esa compuerta que dejaba fluir hacia afuera todo. Fluía tan fuerte que me interrumpía la respiración, asfixiado por el dolor añejado.
Mientras probaba las lágrimas que caían a mi boca, probaba que se sentía permitirse caer.

miércoles, 29 de abril de 2009

Lugares del interior


En Iruya, un pueblo en la provincia de salta, los días viernes en el colegio, a los chicos les toca ver la televisión. El colegio tiene luz a base de paneles solares lo que le posibilitan ser uno de los pocos lugares donde el gran periscopio del mundo lejano puede funcionar.
En la televisión dicen que pueden ver el “mundo exterior”, refiriéndose a los grandes edificios, las calles con asfalto y todas esas cosas que nos hacen “civilizados”. Civilizados que nos golpeamos entre nosotros con solo caminar, yendo rápido a ninguna parte. Como apurados por llegar, o en realidad apurados porque termine el viaje.
Curiosamente, llamamos al resto de las provincias que no son la capital “el interior”. Por lo tanto nosotros, los hombres de las ciudades, somos expertos y conocemos mucho más del “mundo exterior”. Somos los participes de lo que pasa afuera…actores de donde esta la acción…
…que duro debe ser para nuestro inconciente asumir que todo lo que conocemos es exterior, que no tenemos la capacidad de saber lo que es el “mundo interior”. Lo que nos pasa adentro.
Darnos cuenta que las cosas que les faltan son materiales. Y pensar en como, todas las comodidades que nos sobran nos condicionan a vivir para conseguirlas y acumularlas.
Que el ineludible equilibrio de las cosas nos esta diciendo que mucho de “lo de adentro” estamos descuidando.
Cuan imposible nos es dejar libre un silencio. Disfrutarlo. Compartirlo. Soportarlo. Silencios que en el interior se pueden remplazar con miradas. Como nos cuesta sostener la mirada en la gran ciudad. Como que hay que tener una razón para mirarse. Cuanto nos cuesta hacer una cosa a la vez. Que insensibles nos volvemos a lo más sublime, solo por conocer como único goce la superposición de estímulos.
Literalmente “vació” se siente no conocer el interior.

sábado, 7 de marzo de 2009

Tragedia original


La vida para el ser humano es una tragedia. Fluctuamos por una variada gama de emociones positivas y negativas, pero en un momento de nuestras vidas nos llega el drama y no nos abandona hasta que llega nuestra muerte.

Precisamente de eso se trata. El ser humano es el único animal que sabe que se va a morir. Nacemos inconcientes de eso pero en algún momento de nuestra vida nos encontramos con la muerte. Pisando una hormiga o simplemente viendo una planta secarse. ¿Donde se fue el movimiento que ya no esta?

Los animales sienten miedo, tienen instinto de preservación pero es justamente eso. Un instinto, una inclinación hacia la vida. Saben que no deben ser lastimados ni someterse al dolor. Pero la naturaleza sabia, los libero de esa carga que no merecen porque son puros y no tienen maldad. La maldad nace con el hombre y la tragedia es la espina que acompaña al don de la conciencia.

Dicen que la ignorancia es una bendición, nunca pensé que podía estar de acuerdo con eso al menos en una acepción, que es esta. Saber que tenemos un pasaje hacia un lugar que no conocemos y de donde nadie volvió.

El desafió de vivir es armar un historia que ya tiene final. Filmar una película que no sabemos cuando termina, y la dirigimos preocupados de que se corte la cinta antes del remate.

Todo lo que hacemos en nuestra vida es evitar la tendencia natural a la tragedia. Como la termodinámica tiende al desorden, y la biología a contrarrestarlo la conciencia tiende a evitar la tragedia que ella misma descubre.

Como todos los seres vivos buscan a contrarrestar el natural proceso del desorden para mantenerse vivos, la felicidad es la anestesia de conocer la tragedia.

El masoquismo emocional es como dejarse vencer por la tendencia natural de la conciencia.

Lo más difícil es asumir que no podemos cambiar la tragedia original. Todos vamos a morir. Debemos morir. Difícil es asumir que nuestra presencia no es indispensable. Que somos finitos. La impotencia de lo que aun con toda la vida por delante no podemos cambiar.

El componente mas duro de esta tragedia es la soledad. Todos morimos solos. Y la sensación que uno tiene cuando descubre esto es una sola: desesperación.

El error más grande es intentar nadar contra esa corriente. La vida es un río que nos lleva a todos hacia un mismo destino.

Paradójicamente la tragedia nos enseña a vivir. El miedo a perder todo nos hace valorar abrazarnos, disfrutar que quizás cuando muera no pueda hablarte, mirarte o por lo menos no puedas devolverme la mirada. La tragedia es lo que nos estigmatiza pero también es lo que nos da la posibilidad de valorar lo que antes simplemente era un instinto de preservación. De elegir a alguien para compartir todo este recorrido. De recorrerlo con dignidad, lleno de errores por otras tendencias que también nos da la conciencia o la ansiedad de que la arena esta cayendo en el reloj.

Hay otra vida después de descubrir que se termina.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Totalmente incapaz


Me di cuenta que no podes. Te es imposible. Por más que lo intentes e insistas es algo que no vas a lograr nunca. Neciamente crees que si pero nunca estuviste ni cerca. Me desilusiona darme cuenta pero es así.
A veces hasta te disculpas por haber hecho algo que en realidad no esta en tus posibilidades de hacer. Te perseguís e intentas no hacerlo. No hacer algo tan posible como que el mundo gire para el otro lado. Tratando de evitar algo tan ridículo como que una lombriz trepe un árbol o un mono se entierre. No te das cuenta pero ¡no podes!
En algún momento llegue a pensar que algo en mi me hacia creer que no podías pero no era yo.
Inferís que lo haces e intentas reparar el error de algo que nunca rompiste. Como decir que estas abrazando una piedra porque no querés que vuelva a suceder eso de volar. ¡Patrañas! ¡Vos no podes y punto! aunque no lo entiendas…no podes molestarme, no tenés esa capacidad.